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Soleadas navidades en Cascaes

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Mira tu si debe haber sitios originales en los que pasar la navidad hoy en día. Destinos típicamente navideños como cualquier país europeo en los que sus ciudades se cubren de nieve, mercadillos navideños y vino caliente por doquier. Otros radicalmente no navideños como cualquier isla paradisíaca o algún país del hemisferio sur en los que el frio se queda atrás y los verdaderos protagonistas pasan a ser el calor, las playas, unas buenas chanclas en los pies y un cóctel fresquito en una mano. Pues ahora deamosle una vuelta de tuerca más y cojamos un destino veraniego en plena temporada baja, añadamosle el frio, los mercadillos navideños y ¿por que no? también vino caliente o algún otro licor similar y tendremos como resultado la mezcla navideña más extraña que hemos hecho últimamente: Cascaes en navidad.

Y esta mezcla tuvo exactamente el mismo resultado que cuando mezclas todo tipo de ingredientes extraños y consigues como resultado algo que no acabas de saber si te gusta o no, pero que no te cortas en probar para intentar averiguarlo. Hacía allí nos dirigíamos, a la punta de la nariz de Portugal, donde nacen las verrugas o donde sin esperártelo se te puede quedar colgando un moco. La esquina más metida en el Atlántico de todo el país y por lo tanto de toda la península ibérica era en esta ocasión nuestro destino.

Pues tampoco te creas que estaba mal el tema, la verdad… Entrar en coche en Cascaes, por una carretera ancha, flanqueada a un lado por chalets en una sucesión constante de lujo y buenas vistas al mar. Al otro lado los kilómetros de playas y océano que sirven de reclamo cada verano para miles de visitantes. Todo normal si no fuera porque no había caravana para entrar, a diferencia de como debería estar esto en verano (de hecho lo curioso era encontrarse con más coches). Los chalets y urbanizaciones estaban cerrados a cal y canto y las playas estaban dominadas por perretes corriendo de un lado a otro. Una vez llegamos al centro, aparcamos el coche y comenzamos a movernos un poco por el centro de Cascaes, nos encontramos una villa con un casco antiguo muy chulo, resultado de combinar el estilo de construcción del siglo XIX con casas tradicionales de pescadores.

Ayuntamiento y Plaza 5 de Outubro

Ayuntamiento y Plaza 5 de Outubro

Belen frente al Ayuntamiento

Belen frente al Ayuntamiento

Muelle de pescadores

Muelle de pescadores

Terrazas en el centro de Cascaes

Terrazas en el centro de Cascaes

Callejuela perdida en el centro de Cascaes

Callejuela perdida en el centro de Cascaes

Cascaes fue durante mucho tiempo una villa de pescadores, algo que aún se nota en los muelles cercanos al centro, pero también durante los últimos siglos la nobleza decidió que este podía ser un buen sitio donde seguir gastando los tributos que “mágicamente” aparecían en sus bolsillos y por lo tanto monarcas y la clase alta portuguesa que seguía a éstos hasta el fin del mundo, empezaron a montarse palacetes por la zona. Incluso en los años 30 del siglo pasado, algunos nobles e incluso concretamente una familia de monarcas españoles cuyo apellido borbónico no quiero mencionar, acabaron exiliándose en esta zona, frecuentando también las cercanas Estoril y Sintra. No tenían mal gusto, sobre todo en comparación con el destino de otros muchos exiliados españoles que hubo en la misma época…

Por todo esto, Cascaes tiene sobrenombres populares como el de “tierra de reyes y pescadores” o el más acorde en la actualidad, “refugio de los famosos“. Acorde, porque Cascaes sigue siendo la zona más cara de todo Portugal, donde tendrás que soltar como poco medio milloncito de euros para comprarte una vivienda mínimamente decente si se te antoja venir a vivir aquí y tener como vecinos a algún aristócrata alemán o un empresario británico cualquiera que haya decidido venir aquí a pasar sus vacaciones.

Mercadillo de la Plaza 5 de Outubro

Mercadillo de la Plaza 5 de Outubro

Paseo de Dom Luis I

Paseo de Dom Luis I

Noria en A Ribeira

Noria en A Ribeira

Un poco de lectura con la playa Da Ribeira al fondo

Un poco de lectura con la playa Da Ribeira al fondo

Dejando a un lado las calles que siempre nos acababan llevando a zonas comerciales cercanas al centro (repletas de franquicias de comida y tiendas de souvenires, como no) pudimos encontrar el verdadero ambiente invernal que se escondía entre playas y callejuelas desiertas. El Jardim Visconde da Luz se llenaba de puestos navideños, mezclándose los de artesanía con los de productos naturales y alimentación, cervezas artesanales, vino y comida preparada. Igualmente, en la plaza 5 de Outubro, justo frente al ayuntamiento, también tenía su correspondiente mercadillo.

Justo al lado, en plena playa da Ribeira, unos cuantos puestos más de comida no dejaban de gritar nuestro nombre y tentarnos cruelmente para que nos compráramos unos “cachorros quentes” (perritos calientes) y nos sentáramos al pie de la playa para disfrutar de una comida con vistas. Y vaya vistas: la playa da Ribeira al completo, con las aguas del Atlántico remojando la orilla y la noria girando al fondo. La gente caminaba tranquilamente por el paseo de Dom Luis I o simplemente se sentaba cerca de nosotros para unirse al espectáculo que un frio pero soleado día nos brindaba. Otros más valientes ya bajaban a la playa y se acercaban al gélido agua (imagino, porque no tenía muchas ansias para comprobarlo).

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Castillos de arena en la playa Da Ribeira

Noria de Cascaes

Noria de Cascaes

Vistas del Palacio Seixas desde lo alto de la noria

Vistas del Palacio Seixas desde lo alto de la noria

Vistas de los edificios y hoteles desde lo alto de la noria

Vistas de los edificios y hoteles desde lo alto de la noria

Con el estómago lleno y después de otro paseillo por la zona, la noria no dejaba de hacernos ojillos así que no nos resistimos (si es que somos muy facilones…) y nos subimos a ella. Las vistas de Cascaes desde lo alto, como siempre, no defraudan! El palacio Seixas, el Casino, los edificios altos al fondo del centro de la ciudad,…

El viaje por las nubes era un buen final después de unas horas en Cascaes y podíamos sentirnos ya satisfechos para continuar con nuestra ruta en coche por esta zona de Portugal que aún depararía alguna que otra sorpresa…

Misión cumplida!!

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