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Bosque de A Fervenza, el pequeño secreto de la naturaleza en Lugo

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Un pequeño paraje natural se esconde a escasos 15 kilómetros de Lugo. A orillas de un río Miño que nace a no mucha distancia de aquí se encuentra el bosque de A Fervenza, en el corazón de un pequeño bosque repleto de especies vegetales autóctonas, aves y animales que representan una muestra del bosque de inundación. A disposición de todo el que decida parar por este recóndito paraje, tan recóndito que está completamente aislado de cobertura de móvil en kilómetros a la redonda, se encuentra también la casa rural y el restaurante A Fervenza, completamente integradas en el entorno. Vayamos pues a descubrir que opciones de desconexión y relax nos ofrece la zona, ¿Venís?

Entorno natural de A Fervenza

El bosque de A Fervenza es desde 2002 parte de la Reserva Natural de la Biosfera Terras do Miño. ¿Que significa esto? Que desde hace más de una década se ha incluido esta increíble zona natural en la Red Natura 2000 y por tanto pasó a estar protegida contra riesgos como por ejemplo, como no, la propia mano del hombre a través de las talas de árboles que amenazaban el bosque. Incluso fueron dos los intentos de inundación irreversible del bosque para la creación de aprovechamientos hidroeléctricos que amenazaron su existencia. Además, por si no llegara con lo que os he contado hasta ahora, en el 2007 la ONG Bosques sin Fronteras le dio el premio de bosque del año. Es gracias a esa protección medioambiental que hoy podemos encontrarnos aquí, equipados con nuestras botas impermeables y abrigados hasta las cejas para comenzar a internarnos por los senderos que recorren una de las zonas de este bosque a orillas del río Miño.

Y así, a primera hora de la mañana, un pequeño grupo fuimos arrancados del confortable y cálido ambiente de la Casa Grande de A Fervenza, ubicada en pleno corazón de este bosque. Nos encontrábamos a unos 15 kilómetros de Lugo y completamente incomunicados vía móvil, inmersos en plena naturaleza pero disfrutando de las comodidades que nos proporcionaba la Casa Rural y su entorno (entre ellos WIFI para poder compensar puntualmente la inmersión en la naturaleza con algo de nuestra propia droga del siglo XXI). Estábamos preparados ya para adentrarnos entre la espesa y húmeda niebla que a primera hora dominaba el entorno que nos rodeaba. Eso si, no sin antes atiborrarnos con un buen desayuno con el que cargar pilas antes de comenzar la ruta.

Bosque da Fervenza

Bosque da Fervenza

Difuntas ramas en el bosque da Fervenza

Difuntas ramas en el bosque da Fervenza

Bosque da Fervenza en toda su inmensidad

Bosque da Fervenza en toda su inmensidad

Aunque no lo parezca demasiado, el río baja con bastante fuerza...

Aunque no lo parezca demasiado, el río baja con bastante fuerza…

Flor de tojo en el bosque da Fervenza

Flor de tojo en el bosque da Fervenza

Paso del río Miño por A Fervenza

Paso del río Miño por A Fervenza

Charcos y lagunas formadas por la inundación del río Miño

Charcos y lagunas formadas por la inundación del río Miño

Juan Villarino nos esperaba en la entrada de la Casa y con él poníamos inicio a un recorrido pausado que transcurría paralelo a las aguas del Miño a través de lo que se denomina como bosque de inundación. ¿de que se trata? Pues tan claro como su propio nombre indica: flora y fauna derivada de la inundación de las tierras a orillas del río que conforman un ecosistema propio con una serie de características determinadas. Estas inundaciones provocan que, cuando las aguas del río vuelven a su caudal más bajo, dejen erosionado el terreno y se formen pequeños charcos y lagunas que pasan a formar parte del paisaje de este tipo de bosque. Juan iba tomando la precaución de ir deteniéndose para explicarnos que estábamos viendo en cada momento, que planta era la que teníamos delante o que posibles aves y diversos animalillos podíamos ver, si es que antes no se asustaban a nuestro paso, lo que solía ser lo más frecuente, dejándonos en diversas ocasiones sin poder disfrutar de algunas de las especies más características por culpa en parte de nosotros mismos (y en parte a causa de los perros de la casa que nos iban escoltando a lo largo de nuestro camino). Cosas del directo, ¡que se le va a hacer!

El sendero que recorríamos también era frecuentado por ciclistas, aprovechando que se extendía durante kilómetros y se trataba de un recorrido de poca dificultad, propiciando un buen paseo para una mañana de Sábado, como atestiguaban los que nos adelantaron en varias ocasiones durante nuestra caminata. Existe incluso un recorrido de unos 32 kilómetros que comunica también con Lugo, aprovechando el paso del Miño por la capital.

Grupo reunido en el bosque da Fervenza

Grupo reunido en el bosque da Fervenza

Paso de ciclistas por el bosque da Fervenza

Paso de ciclistas por el bosque da Fervenza

El que mejor se lo pasa... ¡el perrete!

El que mejor se lo pasa… ¡el perrete!

Todo un bosque por corretear... Grass, grass everywhere...

Todo un bosque por corretear… Grass, grass everywhere…

A medida que avanzábamos, íbamos dejando atrás a nuestro paso bosques de robles centenarios, fresnos, sauces y alisos cuyas raíces recibían el baño de las aguas del río en cada crecida. El río Miño nos iba mostrando sus islotes naturales formados por el depósito de los sedimentos que arrastraban sus aguas y la vegetación que se formaba en el centro de sus corrientes. También las garzas reales, ánades y cormoranes sobrevolaban las aguas del río, pero siempre demasiado lejos como para que pudiéramos capturarlas en alguna foto, ya que siempre se anticipaban a nuestra llegada y se daban a la fuga… Según nos contaba Juan, también frecuentan la zona nutrias, jabalíes, corzos y lobos, pero de todos ellos ya os digo yo que ni rastro vimos… Tampoco estoy yo mucho por la labor de encontrarme de frente a un lobo, aunque seguro que saldrían unas buenas fotos 😛

El final de la ruta nos dejaba de nuevo en la entrada de la Casa Grande, esta vez para visitar el conjunto etnográfico que se han esmerado en conservar y al que íbamos a dedicarle un rato para conocer la historia y origen del mismo.

Repollos de invierno o variedad ultracongeladas que te encuentras por A Fervenza

Repollos de invierno o variedad ultracongeladas que te encuentras por A Fervenza

Cazada! Garza Real inmortalizada muuuuuy a lo lejos... No tienes ni idea de como se escapaba...

Cazada! Garza Real inmortalizada muuuuuy a lo lejos… No tienes ni idea de como se escapaba…

Claroscuros en el bosque da Fervenza

Claroscuros en el bosque da Fervenza

Conjunto etnográfico

La Casa Grande en la que nos alojábamos este fin de semana tenía como origen la rehabilitación y reaprovechamiento de las viejas edificaciones de la desaparecida aldea de A Fervenza. Esta aldea había sido fundada unos siglos atrás, en torno al XVI-XVII y consistía esencialmente en un caserío y un molino, además de alguna edificación anexa más. Durante nuestra visita, tuvimos la oportunidad de dormir en el caserío restaurado, comer en las antiguas cuadras ahora reaprovechadas como salón comedor e incluso visitar la fragua completamente funcional y ver uno de los telares antiguos que conservan restaurado.

Vista general de la Casa Grande A Fervenza

Vista general de la Casa Grande A Fervenza

Casa donde se encuentran las habitaciones

Casa donde se encuentran las habitaciones

Casa donde está el bar y el restaurante

Casa donde está el bar y el restaurante

Vistas desde la habitación

Vistas desde la habitación

Perros de la casa atentos a nuestros pasos

Perros de la casa atentos a nuestros pasos

El perro que faltaba por posar ;)

El perro que faltaba por posar ;)

¡Comenzamos por el molino! Justo frente a la Casa Grande, parte del agua del río es canalizada para llevarla hasta la entrada del molino que aprovecha su fuerza para mover los engranajes y mecanismos que propician que las enormes piedras circulares giren y muelan el grano para pulverizarlo y formar la harina que luego acabará transformándose en un sinfín de panes, masas, postres y quien sabe que más delicias varias que acabarán irremediablemente en nuestros estómagos (menuda pandilla de glotones que nos hemos juntado aquí…).

Parte de la fuerza de la corriente de agua que mueve el molino proviene de la pequeña cascada o remonte de agua que se forma en el río poco antes y que da el nombre a este entorno rural y bosque: a Fervenza (cascada en gallego). Además, la existencia de este molino tal vez no tenga mucha relevancia en la actualidad, pero en el pasado su función para la zona era estratégica y por ello existía una red de comunicación vía fluvial que permitía el transporte en pequeñas embarcaciones llamadas batuxos en las que transportaban el grano para ser molido allí. Tal era la importancia de este sistema de transporte que se aprovechaba también para llevar leña, cosechas e incluso alguna pieza de ganado puntualmente. Suena a muy antiguo, ¿verdad? Pues solo han pasado 40 años desde que se dejó de utilizar este sistema.

Salto de agua del río Miño

Salto de agua del río Miño

Molino de agua al lado del Miño

Molino de agua al lado del Miño

Molino de agua y desvío de agua del Miño

Molino de agua y desvío de agua del Miño

Reagrupandonos al lado del molino de agua

Reagrupándonos al lado del molino de agua

Entrada de agua para mover el molino

Entrada de agua para mover el molino

Vista desde el interior del molino

Vista desde el interior del molino

Bandeja de recogida del grano molido

Bandeja de recogida del grano molido

Interior del molino

Interior del molino

Interior del molino

Interior del molino

Después de visitar el molino, volvimos una vez más a la zona de la Casa Grande. Como parte del conjunto etnográfico que A Fervenza se ha esforzado en conservar, pudimos contemplar diversos elementos tradicionales del estilo de vida de décadas atrás en la zona. Comenzamos por un antiguo telar de madera que conservan completamente restaurado. Su juego de poleas garantiza que el tejido se abra para permitir el paso de la lanzadera entre los hilos para posteriormente volver a tensarlos gracias al pedal del que dispone. El peine ayuda a ir apretando cada pasada con la anterior y así se repite el proceso manualmente hasta finalizar. Justo al lado, un banco de trabajo permite ver tanto una zoca (zueco) a medio tallar como otra ya finalizada, como ejemplo del trabajo de elaboración de este calzado tradicional utilizado para el trabajo en el campo.

Por último, seguramente lo más espectacular de esta visita por las antiguas labores: la fragua. Este elemento era muy utilizado para la manipulación del metal que posteriormente se utilizaba para elaborar cuchillos, herraduras, etc… El sistema para avivar el fuego si que es más innovador del que se utilizaba antaño. En lugar de tener que recurrir al fuelle, lo que supone estar apretándolo manualmente y por tanto dificultar el trabajo (o tener que depender de una segunda persona) aquí se montó un sistema de ventilación aplicando el efecto Venturi a través de una serie de tubos, lo que automatiza el proceso. Un sistema que seguro que los antiguos ferreiros seguramente hubieran agradecido…

Primer plano del telar (o liando la madeja :P )

Primer plano del telar (o liando la madeja 😛 )

Sistema de poleas del telar

Sistema de poleas del telar

Peine e hilos del telar

Peine e hilos del telar

Jirones de tela enovillados

Jirones de tela enovillados

Banco de trabajo para tallado de zuecos

Banco de trabajo para tallado de zuecos

Fragua en funcionamiento

Fragua en funcionamiento

Fragua en funcionamiento

Fragua en funcionamiento

Extrayendo hierro incandescente de la fragua

Extrayendo hierro incandescente de la fragua

Moldeando el hierro a base de golpes sobre el yunque

Moldeando el hierro a base de golpes sobre el yunque

Enfriamiento del hierro en agua

Enfriamiento del hierro en agua

Sesiones gastronómicas en A Fervenza

Otro elemento que no faltó este fin de semana y que, de hecho, tuvo bastante protagonismo en nuestra visita, fue la gastronomía y la enología. El tema gastronómico no es algo a lo que suela darle mucho protagonismo en este blog ya que por un lado no tengo mucha idea del tema y mucho menos soy un experto en vinos (más bien todo lo contrario…).  En cambio, en esta ocasión haré una excepción ya que la ocasión lo merece, como parte de la experiencia vivida a lo largo de la visita aunque desde luego no esperéis un gran rigor o criterio, ya que lo único que puedo garantizaros que se me da bien es comérmelo todo 😉

Entrando en calor al lado de la chimenea en la Casa Grande A Fervenza

Entrando en calor al lado de la chimenea en la Casa Grande A Fervenza

Incorporandonos a la cena

incorporándolos a la cena

Presentación del menú de Casa Grande A Fervenza

Presentación del menú de Casa Grande A Fervenza

Piscolabis mientras esperamos por la cena

Piscolabis mientras esperamos por la cena

Como parte de la visita al entorno natural de A Fervenza y, como ya os contaba al principio, pasamos la noche en la Casa Rural que se encuentra en pleno corazón del bosque. Tuvimos la oportunidad de conocer allí a Norman, el anfitrión y propietario de la Casa Grande y compartir con el mesa y conversación mientras disfrutábamos de su oferta gastronómica y sus recomendaciones en lo que respecta a vinos. La cena nos permitió disfrutar de uno de los salones más acogedores del edificio del comedor, que aprovechaba un antiguo palleiro (pajar). Todo dio comienzo con una cata de aceites de origen gallego acompañados de olivas.  A continuación, la cena fue una sucesión de platos preparados con productos de mercado, con origen puramente gallego: Crujientes de setas, queso de cabra en mosto de mencía, empanada de trigo con congrio y, como platos fuertes, merluza de pincho confitada con puré de patata y avellana y costilla de porco celta con fabas verdes. Un menú contundente que tuvo como final un coulant y un helado, ambos de avellana. Se avecinaba una difícil digestión esta noche…

Al estar sentado cerca de Norman, Jose Manuel, del programa de la Radio Galega Come e Fala y Javi Mos, tres personas que son amplios conocedores de la cocina y vinos gallegos, tuve la oportunidad de ampliar un poco mis extremadamente precarios conocimientos gastronómicos. Lo primero que me tenían que explicar era de que iba ese tema de preparar la carne durante 12 horas a 65º y otras 4 horas a 73º que aparecía en la carta, porque, a mi parecer, eso supondría que alguno de los cocineros se llevara las manos a la cabeza ante la jornada de trabajo que le esperaba para darnos de comer! Nada más lejos de la realidad. Al final va a ser que tanta técnica de cocina que sale por la tele realmente tiene una aplicación practica enorme, ya que para cumplir estos tiempos y temperaturas utilizan técnicas de cocina al vacío. Esto permite cocinar el producto envasado al vacío, aplicándole temperatura y tiempos de una manera totalmente controlada y sin sufrir ningún tipo de presión de algún cliente que se impaciente por recibir su plato (ya que éste se cocina días o semanas antes).

La ración preparada se conserva durante semanas hasta el momento de prepararlo, dándole el último toque de preparación y presentarlo al comensal sin perder ni un ápice de calidad (e incluso consiguiendo que el sabor se vea más potenciado que si se hubiera preparado al momento). Por si fuera poco, esto también garantiza la seguridad alimentaria y permite al restaurante que lo utiliza controlar y reducir costes ya que se reduce enormemente el desecho de materias primas. Después de oír todo esto y procesarlo adecuadamente en mi cabeza, se me puso cara de tonto, pero cuando acabé de comerme el porco celta preparado de esta manera, me quede más tonto aún… Alucinante!

Cata de aceites gallegos y olivas

Cata de aceites gallegos y olivas

Crujientes de setas, mosto de mencía con queso de cabra, empanada de trigo con congrio y costilla de porco celta con fabas verdes

Crujientes de setas, mosto de mencía con queso de cabra, empanada de trigo con congrio y costilla de porco celta con fabas verdes

Charlando en la cena

Charlando en la cena

Por si fuera poco y para recuperar un poco de energía antes de emprender el viaje de vuelta, también pudimos disfrutar de una comida, esta vez en el salón de eventos del que disponen con capacidad para cerca de 250 personas. La comida formaba parte del XV Aula de Cocina de Outono, que servía demás como presentación de los caldos de la adega Sidrón.

El menú que nos tenían preparado no tenía nada que envidiar a la cena del día anterior y de hecho yo solo conseguí sobrevivir hasta el 3º plato, ya que tenía que retomar el camino de vuelta a casa antes de que se me hiciera de noche (ya se sabe que en invierno los días vuelan…). Por ello, disfruté mucho el pastel de hojaldre con setas y aluciné con el sabor que me dejó en la boca el huevo ecológico con boletus. También me ayudó a entrar en calor, después de la mañana de ruta por el bosque, el plato de fabas blancas con lacón, morcilla y tocino. Respecto al pollo de corral (también preparado al vacío) y los postres a base de castañas y avellanas que vendrían después tendría que sacrificarlos para poder hacer las 3 horas de coche que tenía por delante en unas condiciones minimamente aceptables, pero estoy seguro que el resto de mis compañeros se pusieron hasta arriba de todo 😀

Presentación de la XV aula de cocina de otoño y la adega Sidrón

Presentación de la XV aula de cocina de otoño y la adega Sidrón

Apertura del vino en la XV aula de cocina de otoño

Apertura del vino en la XV aula de cocina de otoño

Vino Dpiega blanco, huevo ecológico con boletus y pastel de hojaldre de setas

Vino Dpiega blanco, huevo ecológico con boletus y pastel de hojaldre de setas

Y para ir poniendo fin a este repaso a la visita del entorno del bosque da Fervenza, os recomiendo que le peguéis una lectura a las entradas de mis compañeros para que podáis ampliar la información y nuevas perspectivas de un lugar recóndito que merece la pena para pasar un buen fin de semana por la zona de Lugo 😉

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